FANTASÍA FRANCESA

En este castillo rodeado de viñedos, que hunde raíces en el siglo XVI y se alza cerca de Burdeos, pasaba sus veranos Henri Toulouse Lautrec. Luego de años de abandono, el Château de Malromé viene de ser recuperado por una familia franco-asiática y ahora funciona como casa-museo, galería de arte, restaurante, bodega y boutique gourmet. 

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Valéry Huynh llegó de su Camboya natal a Francia con apenas 16 años. Con un antepasado de exitosos comerciantes chinos a sus espaldas, supo hacer fortuna. Y terminó dándose el gusto de su vida: compró un castillo en la Aquitania, cerca de Burdeos, tal y como lo había soñado; es decir, rodeado de viñedos y coronado por dos torres. De encontrar la propiedad se encargaron sus dos hijas, Mélanie y Amélie, que a la postre dirigieron la transformación del edificio, virtualmente abandonado por sus anteriores propietarios durante 15 años. 

Las tareas de restauración estuvieron guiadas, dicen, por un espíritu casi que de mecenazgo. No era para menos: el Château de Malromé había cobijado los veranos del artista post-impresionista Henri Toulouse Lautrec, que allí se refugiaba a pintar sus prostitutas parisinas y que allí mismo murió, en setiembre de 1901.

El arquitecto Laurent Negritti se hizo cargo de la recuperación del edificio, respetando su arquitectura original y convocando a artesanos, pedreros y carpinteros de la zona que supieran renovarlo sin dañar su alma histórica. Hoy, un antiguo granero del ala este del castillo alberga una galería de 230 metros cuadrados que exhibe arte contemporáneo. Sin embargo, esa guiñada a un público más joven no está del todo divorciada del espíritu de aquel huésped ilustre, puesto que muchos de sus temas recurrentes (Japón, la noche, los personajes marginales, los afiches publicitarios), son el hilo conductor de las exposiciones en cartel y de las programadas en su nutrida agenda.

El restaurante, café y brasserie Adèle X Maison Darroze, con cocina dirigida por el chef David Delieuvin, propone una experiencia capaz de conjugar el patrimonio artístico, histórico y culinario de la región de Entre Deux Mers. Sirve cocina francesa, apegada al dictado de las estaciones, pero en honor a una de las obsesiones de Toulouse Lautrec también incorpora toques asiáticos. El salón, decorado por Isabelle Stanislas, se prolonga tanto en un encantador patio interior como en una gran terraza junto a las viñas.

El viticultor Charles Estager y el enólogo Bruno Lacoste están al frente de la bodega y del proyecto vinícola de la finca, que cultiva siete distintas cepas en 42 hectáreas. Explotadas desde hace unos cinco siglos, las viñas de Malromé constituyen uno de los más antiguos dominios vinícolas en actividad en Francia. La boutique, finalmente, es a la vez un lugar de paseo y de degustación. Con aires de biblioteca, pone a disposición del visitante mieles, vinos y otros souvenirs-gourmet ligados a la producción local. 

El lugar está abierto durante buena parte del año, aunque en algunos meses (marzo, noviembre, diciembre), solo funciona bajo reservas especiales. Las visitas guiadas, que son las únicas que brindan acceso a la biblioteca, el salón y los apartamentos donde residió Toulouse Lautrec, cuestan 12 euros, con rebajas para niños y adolescentes. La entrada a la galería de arte es libre, y también ofrecen un programa de degustación de productos para quien no quiera almorzar o cenar allí. En cuanto al restaurante, que funciona de miércoles a domingos, los platos de la temporada estival en curso van desde los 8 a los 28 euros.

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Fotografías de Benoit Linero y Pierre Yves Queignec.

Fotografías de Benoit Linero y Pierre Yves Queignec.

Ubicado en Saint-André-du-Bois, el Château Malromé está a 55 kilómetros (unos 45 minutos) de Burdeos.