VANIDAD A LA MILANESA
Carlo Cracco saltó a la fama como jurado de MasterChef Italia, lleva más de dos décadas haciendo carrera como cocinero y empresario gastronómico, y no deja de sorprender. Su nuevo reducto, Cracco, acaba de abrir las puertas en el corazón de la imponente Galleria Vittorio Emanuele II de Milán. Y ha dejado boquiabierta a una de las ciudades más vanidosas del mundo.
A pasos del mítico Camparino in Galleria y frente a la suntuosa Pasticceria Marchesi, Cracco se desarrolla en cuatro niveles, siempre envueltos en la deslumbrante arquitectura de fines del 800 que caracteriza a ese gran salón de Milán, conocido con justicia como “la madre de todas las galerías”.
Hay un café-bistrot y una chocolatería en la planta baja, una bodega en el subsuelo, un restaurante gourmet en el primer piso y un espacio para eventos privados en el segundo. Los números son llamativos: casi 1.200 metros cuadrados, una concesión por 18 años, alquiler anual de un millón de euros, 10 mil botellas de unas 2 mil etiquetas diferentes en la cava, lugar para 100 comensales sentados y para otros 150 de pie. De momento, se sabe que los platos rondan los 45 euros y que ofrecen un menú por 190. La cinematográfica ambientación del lugar corrió por cuenta del Studio Peregalli, que empleó pisos de parquet, empapelados pintados a mano, un mostrador vintage llegado desde París, frescos, mosaicos, terciopelos y enormes espejos antiguos para que el corazón de la ciudad (por la zona pasan unas 100 mil personas al día) se vea reflejado en sus paredes.
Resuelto a darse una tregua después de tanta exposición mediática (Cracco también estuvo al frente de la edición italiana de Hell’s Kitchen) el “Carlo nazionale” -como lo llaman en su país- pretende retomar su rol de cocinero-emprendedor. En cuanto a la propuesta gastronómica propiamente dicha, dicen que descansará en los platos icónicos del chef (ensalada rusa caramelizada, risotto al azafrán, yema de huevo marinada), aunque sin renunciar a recetas innovadoras. Como motor de todo este emprendimiento, dice la prensa italiana, dos poderosas motivaciones personales para Cracco: recuperar la estrella Michelin que perdió en noviembre y estrenar el primer restaurante enteramente suyo. Milán tiene la palabra.