UNA VUELTA POR LONDRES
Al igual que la literatura, también el cine puede ser el mejor pasaje para darse una vuelta por el mundo sin alejarse de casa. En la recta final rumbo a los Oscar, El hilo fantasma permite que el espectador se asome a un rincón elegante y poco frecuentado de Londres, espíe en interiores deslumbrantes y se refresque en las costas de North Yorkshire.
Este film de Paul Thomas Anderson no es precisamente una película de viajes, ni se detiene mucho tiempo en exteriores que corten el aliento. Todo lo concentrado que conviene a una comedia romántica con aires de drama sicológico, fue filmado mayormente en interiores. El telón de fondo de la película, que sin asomarse demasiado a la calle respira Londres por todos los poros, es una impresionante mansión georgiana en la plaza Fitzroy, corazón del barrio conocido como Fitzrovia. Diseñada hacia fines del siglo XVIII por el arquitecto Robert Adam, Fitzroy Square se alza casi a medio camino entre el British Museum y el Regent’s Park, dos populares vecinos que suelen robarle la atención de los turistas.
En cuanto a la propiedad en cuestión (casi mil metros cuadrados, cinco pisos, siete dormitorios, ocho ambientes sociales, una impresionante escalera en espiral coronada por una cúpula vidriada), bien podría decirse que comparte protagonismo con Daniel Day Lewis, que aquí interpreta al dueño de casa, un reputado modisto de los años 50. Y aunque el actor británico en retirada no se llevara el Oscar el próximo domingo, es probable que la casa siga dando que hablar, puesto que ahora mismo está a la venta. ¿Cuánto piden por ella? Quince millones de libras esterlinas, lo que equivale a algo más de 20 millones de dólares. Eso sí: ponerla a punto requerirá algunas reformas, que según estima el agente inmobilario Christian Lock Neckrews en declaraciones al Daily Mail, demandarían dos años de trabajo y unos siete millones de dólares más.
Thomas Anderson ventila la puntillosa y claustrofóbica elegancia londinense de su película en las costas de North Yorkshire, con escenas rodadas en el Victoria Hotel de la bahía Robin Hood, unos rápidos vistazos a Staithes y a Lythe, y unas tomas en los verdes acantilados de Ravenscar. Los fanáticos de las locaciones querrán saber, también, que la colorida fiesta de fin de año fue filmada en el ballroom de la Blackpool Tower, en Lancashire. Con una atmósfera embriagante de cabo a rabo, la película es un envenenado banquete visual que los adictos a la moda y a la comida también querrán devorar, aunque por otras razones.