PARÍS ERA UNA TIENDA

No es necesario ser adicto a las compras para caer en esta tentación: tras 16 años sin ver la luz, reabrió sus puertas La Samaritaine, que es mucho más que una tienda por departamentos. Aquí, la breve historia de este tesoro junto al Sena. Y todo lo que hay que saber sobre su renovación.

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Durante mucho tiempo, la azotea de La Samaritaine fue el mirador parisino favorito de los locales y viajeros que no podían o no querían gastar dinero en trepar a la Tour Eiffel o la Tour Montparnasse, y pocos lugares abiertos al público (quizá ninguno) ofrecían vistas tan seductoras del Sena. Eso le valió su fama incluso entre los turistas desinteresados en cultivar el arte del shopping, y le sumó puntos frente a competidores de la talla de Le Bon Marché o Printemps.

La historia de La Samaritaine se remonta a 1870, cuando Ernest Cognacq abrió un negocio en la Rue du Pont Neuf y lo bautizó en honor a una samaritana mencionada en el evangelio de San Juan. Muchos años antes, pero muy cerca de allí, el ingeniero Jean Lintlaër había homenajeado a esa misma mujer con una escultura que decoraba la bomba de agua (oculta bajo uno de los arcos del Pont Neuf) que le había encargado el rey Henri IV para abastecer al barrio. 

Dos años después de inaugurada su tienda, Cognacq se casó con Marie-Louise Jäy, que venía de desempeñarse como asistente de ventas en Le Bon Marché, y juntos acabaron levantando un verdadero imperio. En el curso de dos décadas Cognacq sumó propiedades en las calles aledañas y le encargó al arquitecto Frantz Jourdain que uniera cuatro edificios y los convirtiera en locales comerciales. En la cara sur del bloque, mirando al Sena, Jourdain diseñó un edificio de marco de acero, techo de vidrio y decoración Art Nouveau; y ya avanzada la década del 20, Henri Sauvage levantó otro bloque contiguo, escalonado y de estilo Art Dèco, que Cognacq no llegó a ver terminado (falleció en 1928). 

A partir de entonces comenzaron los años dorados de la tienda, que ya vendía no sólo ropa para hombres y mujeres sino además plantas, libros, instrumentos musicales, muebles y un gran abanico de objetos decorativos. 

La Samar”, como la bautizó en 1934 el poeta André Suarès, y como la llamaban cariñosamente buena parte de los parisinos, atravesó muchas épocas y padeció los avatares del tiempo. Despuntado el siglo XXI, y ya en manos del grupo LVMH, la tienda cerró sus puertas por razones de seguridad, luego de que la Prefectura de Policía París decretara que el edificio no cumplía con los estándares requeridos.

Su postergada reapertura dio mucho que hablar: se iniciaron largas negociaciones para que se autorizara un uso mixto del edificio, en vistas de que la única manera de compatibilizar la viabilidad del negocio con la salvaguardia del patrimonio era habilitar allí no sólo tiendas sino además oficinas, viviendas e incluso un hotel. 

En 2009, el estudio japonés de arquitectura SANAA (ganador del Premio Pritzker en 2010) recibió el encargo de renovar el complejo de La Samaritaine, y al mismo tiempo ocuparse de un nuevo y moderno edificio sobre la Rue Rivoli. Los permisos, los estudios técnicos y las obras preliminares tomaron cinco años, y las obras propiamente dichas se extendieron otro lustro. 

Este mes de junio de 2021, una nueva Samaritaine fue inaugurada por todo lo alto en París. “Estoy encantado y orgulloso de ver a La Samaritaine, una verdadera institución a la que los parisinos siempre han estado profundamente apegados, restaurada en su magnífica belleza y estatura icónica”, dijo el Bernard Arnault, presidente del grupo LVMH.

El nuevo complejo comprende 20 mil metros cuadrados en tres pisos para tiendas, 15 mil metros cuadrados de oficinas, 96 unidades de vivienda social (con una guardería para niños); y un hotel, del grupo Cheval Blanc, que se inaugurará en los próximos meses y contará con 72 habitaciones, un Dior Spa, piscina y vistas deslumbrantes.

El nuevo edificio sobre la Rue Rivoli destaca por su fachada ondulada de vidrio, que mereció grandes discusiones estéticas y patrimoniales (los críticos la comparan irónicamente con una cortina para ducha) y al parecer tuvo que ver con el retraso en la aprobación de los permisos.

Amén de ese toque moderno que envuelve el nuevo edificio, la renovación a cargo de SANAA sumó patios interiores con cúpulas vidriadas entre los distintos bloques (para ganar luz en las transiciones) y restauró con esmero el complejo Nouveau y Dèco junto al Sena, que además de ser el buque insignia de la tienda está declarado monumento histórico. 

Marquesinas de hierro forjado, cerámicas y pilares decorativos, fachadas de azulejos y el impresionante atrio vidriado que data de 1905 fueron devueltos a su esplendor original. La estructura del techo, que se había cubierto para reducir los niveles de luz en el edificio, fue recreada con un moderno vidrio electrocrómico que se tiñe con la luz del sol y cambia de tonalidad.

En cuanto a la oferta de entretenimiento y consumo, la flamante Samaritaine Paris-Pont Neuf da cabida hoy a 600 marcas francesas e internacionales, se jacta de albergar el departamento de belleza más grande de Europa (3.400 metros cuadrados en el subsuelo más luminoso de París, que le hace espacio a 200 marcas de perfumes, maquillajes y otros, incluyendo un pequeño spa); una novedosa tienda conceptual, una docena de espacios gastronómicos para todas las horas del día, y un programa de eventos que incluye desde talleres artísticos hasta visitas guiadas para saber más de esta histórica tienda que vuelve a posicionarse como un destino en sí mismo dentro de París.

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