CHECK IN: ENRIQUE BALIÑO
Ya sabemos que es ingeniero de sistemas, que pasó 20 años de su vida en IBM, que es socio fundador y CEO de Xn-Partners, que escribió el best-seller No más pálidas y que es un conferencista exitoso. Ahora abrimos la valija de sus recuerdos y descubrimos sus gustos viajeros en apenas 20 respuestas.
Para empezar, ¿cuál es el primer viaje fuera de fronteras que atesora su memoria?
Mi primera visita a Manhattan, en Nueva York. La ciudad me impactó. Pero como fue un viaje de trabajo, además tenía que ir a Sleepy Hollow, donde estaba la casa matriz de IBM para las Américas y Lejano Oriente. Algo totalmente opuesto a lo que podemos asociar con el nombre Nueva York: campo, verde, árboles, ríos, ciervos.
¿A qué lugar del mundo quisiera volver una y otra vez?
Croacia, la costa Dálmata... en velero.
¿Cuál es el mejor hotel en el que se haya alojado?
El Palace Downtown, en Dubai; y el Shangri-La, en Bangkok.
¿Y el mejor restaurante en el que se haya sentado a comer?
No puedo recordar el nombre, pero quizás el mejor fue uno de Hong Kong, que conocí en 1994. Era una cena de negocios especial: un viaje como premio por logros que daba IBM a un grupo muy selecto, el Golden Circle. Pero el que tengo más presente, por la ocasión en sí más que por el restaurante, es el BLT Steak de Nueva York, donde pasé un cumpleaños.
Describa el almuerzo o la cena más memorable de su último viaje.
La cena del casamiento de mi hijo mayor, en una de las cinco fincas originales de Mallorca: Son Termes. El lugar está mantenido y conservado, y es utilizado para eventos especiales. La cena se hizo al aire libre, en una noche espectacular y un entorno increíble. Pero obviamente lo más importante era la ocasión y la compañía de familiares y amigos. Fue realmente inolvidable y muy, muy emotivo.
Evoque un museo, un cuadro o cualquier otro encuentro con el arte que lo haya conmovido especialmente andando por el mundo.
La escultura de La Piedad, de Miguel Ángel. Es impactante. No sé cuánto rato estuve delante de ella, con un nudo en la garganta.
Mencione un libro, una película y/o un disco que lo hayan inspirado a viajar a algún lugar.
Bajo el sol de Toscana.
¿Qué destino lo desilusionó por completo o no estuvo a la altura de sus expectativas? ¿Por qué?
Copenhague. Quizás por el clima. Generalmente, cuando el clima no ayuda los lugares no muestran lo que son. Pero conozco muchos viajeros a los que les encantó. ¡Así que el problema no es el lugar sino el visitante! Además, la estatua de La Sirenita es muy chiquita.
¿Qué es lo que no puede faltar en su valija cuando sale de viaje?
A esta altura del partido… ¡los remedios!
Mencione uno, dos o tres souvenirs de viajes que ocupen un lugar importante en su casa y en su corazón.
Un elefante de madera, enorme, que compré en las afueras de Bangkok. No sé en qué estaba pensando y porqué lo quise tanto. Fue una compra impulsiva. Lo pagué y lo hice enviar a Montevideo. Llegué a Uruguay y ni miras de que apareciera. Pensé que me habían embromado. Pero llegó cuatro meses después. Allí está, en mi casa. Cada vez que lo veo, me acuerdo de esa aventura y me río.
El viaje perfecto es: ¿solo, en pareja, en familia, con amigos o en grupo?
En familia, todas las veces que podemos juntarnos los cuatro. Y tengo un grupo de amigos con los que tratamos de viajar todos los años. Atesoro cada uno de ellos.
¿Cuál es, para usted, la calle más linda del mundo?
Doris Lane, en North Tarrytown, Nueva York. Allí vivimos varios años y tengo preciosos recuerdos de ese lugar. North Tarrytown es un pequeño pueblo en las orillas del río Hudson. La mayoría de las personas asocia Nueva York únicamente con Manhattan, pero el estado es enorme y tiene lugares agrestes. Esa zona es de una geografía quebrada, con una naturaleza frondosa, llena de árboles, mapaches, ciervos. Tiene las cuatro estaciones muy marcadas. Los colores son fuertes y destacados. En invierno, la nieve lo cubre todo. En otoño y en primavera, la multiplicidad de colores de los árboles hace que parezca un cuadro impresionista. Y en verano, los verdes invaden el lugar.
Un rincón del planeta especialmente recomendable para deslumbrar la vista. Bergen, en Noruega. También Machu Picchu y el Parque Nacional de Yosemite, en California. No sólo por la vista, sino por las emociones que despiertan.
¿El olfato?
El fondo de la casa cuando vivía en Carrasco.
¿El oído?
El viento a través de las palmeras en alguna playa del caribe. Y el silencio en el Cañón del Colorado.
¿El gusto?
Los miles de sabores en India.
¿Y el tacto?
Stonehenge, en Inglaterra.
Si pudiera convencer a una celebridad internacional, de cualquier tipo, para que lo guiara por el lugar donde vive, ¿a quién elegiría y qué le pediría que le mostrara?
A Aida Garifullina: que me lleve por toda Rusia.
¿Cuál es el destino pendiente que ahora mismo lo obsesiona?
Islandia.
Cuando vuelve de viaje Montevideo le parece…
Lo lindo: la rambla; lo feo: la suciedad.