EL REFUGIO DE UNA VIAJERA
Su nombre es casi sinónimo de África, pero Karen Blixen puede ser evocada plenamente en esta casa museo de las afueras de Copenhague. En el Día Internacional de la Mujer visitamos los dominios privados de una aventurera sin par, cuyas páginas nos siguen haciendo soñar con otros mundos.
Firmaba sus libros con el seudónimo de Isak Dinesen, pero había nacido en Rungsted, muy cerca de la capital danesa, el 17 de abril de 1885 como Karen Blixen Finecke. Hija de un militar suicida, fue criada por su madre, educada en los mejores colegios suizos y obligada a casarse con un primo segundo, un barón de nombre Bror Blixen Finecke, hermano del verdadero amor de su vida. Con su marido inició la famosa plantación de café en Kenia, su segundo hogar, pero el matrimonio duró apenas unos pocos años.
Sin embargo, aun separada resolvió permanecer en el país, y fue en Nairobi donde conoció a Denys Finch, el malogrado cazador británico con el que luego mantuvo una intensa relación amorosa. Tras la muerte de Finch y la caída del precio del café, Blixen regresó a Dinamarca en 1931, estableciéndose en la propiedad familiar de Rungsted donde permaneció hasta muerte, acaecida en 1962.
Su primer libro importante, Siete cuentos góticos, data de 1933. Cuatro años más tarde publicaría Memorias de África (que inspiró la película dirigida por Sidney Pollack y protagonizada por Meryl Streep y Robert Redford); y en 1942 apareció Cuentos de invierno, una antología que le granjeó buena fama de escritora en vida y a la que siguieron otros libros de relatos, uno de los cuales, Anécdotas del destino, incluye el cuento La fiesta de Babette, también llevado al cine décadas más tarde. Murió en 1962, a los 77 años.
Aunque existe un museo Karen Blixen en Nairobi (que no es el lugar en el que se rodó África Mía, vale anotarlo), es en la casa de Rungsted donde se respiran su vida y su obra. La parte más vieja de la finca data de fines del siglo XVII, pero la propiedad, que conoció sucesivas ampliaciones, fue restaurada a fines de los años 50. Rodeada de un vasto parque y con un espacio reservado por voluntad de su propietaria como santuario de aves, funciona como museo desde 1991 y alberga incluso la tumba de la autora. Pueden visitarse las habitaciones en que vivió; el cuarto donde escribía, bautizado en honor a Johaness Ewald; y una galería de dibujos y pinturas firmados por la propia Blixen. Los arreglos florales, recreados al pie de la letra por los curadores del museo, evocan otra de las aficiones de la dueña de casa.
A unos 25 kilómetros de Copenhague, el Museo Karen Blixen está abierto todo el año y acoge también una fundación literaria y reuniones anuales de la Academia Danesa de Letras.