CHECK IN: NATALIA JINCHUK

Al frente de MIRADACOUTURE.COM, esta comunicadora uruguaya dedicada a la moda está convencida de que los viajes son la sal de la vida. Fanática de la lectura, casada y madre de Nina y Lea, Natalia Jinchuk abre aquí la valija de sus recuerdos y responde las 20 preguntas de nuestro cuestionario viajero.

¿Perdida en Tokio?

¿Perdida en Tokio?

Para empezar, ¿cuál es el primer viaje fuera de fronteras que atesora su memoria?

La cultura de mi familia está absolutamente ligada a los viajes. Mis abuelos paternos zarpaban en barco rumbo a Europa y no volvían por tres meses. Mis padres viajaron -viajan- muchísimo; por trabajo y por placer. De hecho, estaban en Japón invitados por una compañía cuando di mis primeros pasos. Parece que con dos años viajé con ellos a Bahía, pero no lo recuerdo. Al poco tiempo, con mi segunda hermana nacida, fuimos a Rio de Janeiro, ciudad que mi padre, fanático absoluto de la bossa nova, no se cansaba de visitar. Tengo el recuerdo de estar almorzando en la piscina del hotel, de ciertos aromas de la comida, y una clara memoria de ir con mi abuela, que nos acompañó, a comprar Mini Chiclets, unas golosinas icónicas de Brasil.

¿A qué lugar del mundo quisiera volver una y otra vez?

En otro momento hubiese dicho Nueva York, ciudad con la que tengo un vínculo muy especial porque mi adorado tío vive allí y es algo así como home away from home. Pero creo que el país en que haría mi casa ahora es España. Lo conozco poco, pero celebro su cultura del buen vivir y en este momento es lo que me apetece si tuviese que marcar un punto en el planisferio. Y Venecia pertenece a mi mundo de ensueños, quiero volver en época de Bienal y con mi marido.

¿Cuál es el mejor hotel en el que se haya alojado?

Creo que el Faena, en Buenos Aires. Fue por un viaje de trabajo, pero desde las instalaciones a la comida, pasando por el servicio, se trata de una experiencia inolvidable. Cuando viajo por mi cuenta no suelo destinar mucho presupuesto al hotel, aunque confieso que me fascinan los buenos hoteles.

¿Y el mejor restaurante en el que se haya sentado a comer?

No recuerdo el nombre, pero fue una cena en una taberna típica de Tokio, durante nuestra luna de miel. Nos sentamos en la barra, fuimos recibiendo la deliciosa comida directo del cocinero en distintos platos y casi a ciegas, ya que su inglés era muy malo y nuestro japonés peor. Lo acompañamos con sake, bebida deliciosa pero traicionera, y recuerdo la sensación de flotar caminando por Tokio de vuelta hacia el hotel.

Describa el almuerzo o la cena más memorable de su último viaje.

Acabo de volver de Estocolmo por otro viaje de trabajo. Estuvimos tres noches y nos llevaron a tres excelentes restaurantes pero uno fue inolvidable. Fuimos a un bar oscuro y de decoración bizarra llamado Punk Royale. Allí fuimos agasajadas con una cena de diez pasos, que comenzaba con una cucharada de caviar puesta sobre la mano y luego lamida y bajada con una copa de vodka puro. Todo estaba delicioso y era absolutamente impredecible, lo que agrega muchos puntos a la experiencia gastronómica.

Evoque un museo, un cuadro o cualquier otro encuentro con el arte que la haya conmovido especialmente andando por el mundo.

Trato de visitar siempre museos y exhibiciones cuando viajo. Ahora me vienen a la mente la muestra de la artista coreana Lee Bul en el Museo Mori de Tokio, en un piso 56 con una vista increíble de la ciudad; la muestra Waste Not, del artista chino Song Dong, que vimos en el MoMa en 2009; y la de Louise Bourgeois en la Fundación Proa de Buenos Aires.

Mencione un libro, una película y/o un disco que la hayan inspirado a viajar a algún lugar.

Después de ver Medianoche en París, me hubiese subido al primer avión de Air France.

¿Qué destino la desilusionó por completo o no estuvo a la altura de sus expectativas? ¿Por qué?

En la luna de miel hicimos Japón, Vietnam y Tailandia. La idea era terminar allí como un destino de playa. Japón me deslumbró y me voló la cabeza. Vietnam es el contraste absoluto, pero luego del choque inicial me cautivó. En Tailandia, sin embargo, tuve todo el tiempo la sensación de que se querían aprovechar de nosotros. Y en cuanto a las playas, creo que quizá Brasil no tiene tanto que envidiarle. No volvería a elegirlo como destino.

¿Qué es lo que no puede faltar en su valija cuando sale de viaje?

Un abrigo liviano para el avión (la campera Uniqlo me ha salvado). Libros, dependiendo del tiempo y la disponibilidad, porque con mis hijas siempre es más complicado. Si se trata de un viaje de vacaciones no concibo no leer. Me gusta llevar libros acordes al destino. A Japón me llevé un par de Murakami y uno de Amélie Nothomb, por ejemplo. Y artículos de tocador, muchos: me gusta viajar con todo.

Mencione uno, dos o tres souvenirs de viajes que ocupen un lugar importante en su casa y en su corazón.

De Japón vinieron textiles varios, que amo. Hay una reproducción de una figura etrusca que es como una tradición familiar y mis padres nos regalaron a mis hermanas y a mí. Y me acabo de comprar en Estocolmo una taza amarilla con reborde negro tipo esmaltada de Pippi Langstrump, un personaje de mi infancia que adoro y con el que me encantó reencontrarme.

El viaje perfecto es: ¿sola, en pareja, en familia, con amigos o en grupo?

En pareja o en familia. Para hacerlo con amigos, creo que hay que tener un match perfecto.

¿Cuál es, para usted, la calle más linda del mundo?

Seguro me olvido de varias, pero la rue Mouffetard en París es particularmente encantadora.

Un rincón del planeta especialmente recomendable para deslumbrar la vista

La Toscana.

¿El olfato?

Los templos de Kioto. Nunca me olvidé de su perfume y por suerte existe una fragancia de Comme des Garçons que lo recrea.

¿El oído?

El silencio de Estocolmo y la música de Salvador de Bahía.

¿El gusto?

En ningún país del mundo se come como en Italia, no falla. Pero me sorprendió mucho la comida de Vietnam: es fresca, sutil y compleja.

¿Y el tacto?

Jerusalem. Está toda construida con la misma piedra y tocar el Muro de los Lamentos es muy emocionante.

Si pudiera convencer a una celebridad internacional, de cualquier tipo, para que la guiara por el lugar donde vive, ¿a quién elegiría y qué le pediría que le mostrara?

Me parece que recorrer Nueva York de la mano de Patti Smith sería una experiencia que atesoraría para siempre. Le pediría que me lleve a los lugares de sus comienzos junto a Robert Mapplethorpe y luego a su circuito actual.

¿Cuál es el destino pendiente que ahora mismo la obsesiona?

Acabo de quebrar la racha de 11 años sin ir a Europa, pero de nuevo, iría a España, en particular a Barcelona. Y también a Portugal. Shanghai me quedó en el tintero, pero lo veo más improbable por ahora, mientras mis hijas son pequeñas.

Cuando vuelve de viaje Montevideo le parece…

Siempre un poco pequeña, anodina. Pero la vuelta por la rambla, sobre todo si el día está lindo, levanta el espíritu.