CHECK IN: ALEJANDRO FIGUEREDO

Está viviendo en Miami pero ya tiene un pie en Rusia, desde donde relatará los goles celestes para La Tele. A escasos días de que comience el Mundial 2018, abrimos la valija de Alejandro Figueredo y descubrimos su costado viajero con nuestras 20 preguntas de cada semana.

Con María Battaglino, su mujer, en Río de Janeiro.

Con María Battaglino, su mujer, en Río de Janeiro.

Para empezar, ¿cuál es el primer viaje fuera de fronteras que atesora su memoria?

Fines de los 70. Tengo dos viajes bien marcados en el recuerdo: el primero al exterior y el primero en avión. Ambos a Argentina. El primero fue en la Brasilia (el Volkswagen familiar de la época) que tenía mi padre. En aquel entonces aún éramos cuatro, porque Mariella, mi hermana menor, todavía no había llegado al mundo. Imposible olvidarme de aquel periplo. No solo por lo que el primer viaje fuera fronteras implicaba en sí mismo, sino porque coincidió con una de las tantas inundaciones que se repiten cada tanto en el litoral. Era semana de Turismo, recuerdo una escala en un bar de Rosario y luego las peripecias que supuso extender el recorrido, porque era imposible cruzar por Fray Bentos. Las rutas no eran las de ahora, y cualquier cambio de itinerario implicaba unas cuantas horas extra de viaje. Allá fuimos, rumbo a Paysandú, para cruzar a través del Río Uruguay a Colón. Todo lo que vino después fluyó con más normalidad. Pese a que el agua se había transformado en el principal enemigo del viaje, curiosamente el recuerdo más marcado fue descubrir el túnel subfluvial en el Paraná. El otro viaje lo hicimos con mi hermano y un tío paterno. Primer viaje en avión para ambos. Debo decir que desde el carreteo de aquel Focker F28 de Aerolíneas me hice casi un adicto a los aviones.

¿A qué lugar del mundo quisiera volver una y otra vez?

A Río de Janeiro. Es un lugar que conozco bastante y al que he ido en diversas situaciones y épocas del año. Fui por trabajo, por períodos cortos y largos; fui de vacaciones en carnaval, en verano, en invierno… Es una ciudad que tiene todo lo que me gusta: playas lindas, buena gastronomía, paisajes increíbles, energía única y cientos de etcéteras. Creo que subir al Cristo Redentor y observar la Bahía de Guanabara desde lo alto es una experiencia que debería ser declarada obligatoria para toda la humanidad.

¿Cuál es el mejor hotel en el que se haya alojado?

Seguramente no sea el mejor en términos objetivos, pero uno en el que nos alojamos durante un inolvidable viaje familiar por Estados Unidos, en 2016, encabeza mi lista personal: el Parrot Key, en Key West.

¿Y el mejor restaurante en el que se haya sentado a comer?

Aprazivel, en Río de Janeiro. Ubicado en Santa Teresa, entre morros y en medio de la vegetación, ofrece unos platos exquisitos con un entorno bien diferente. El palmito asado es marca registrada de la casa.

Describa el almuerzo o la cena más memorable de su último viaje.

Antes de mudarme a Miami hicimos junto a mi esposa un viaje relámpago a Lima. Y si hay algo bueno que tiene la capital de Perú es su oferta gastronómica. ¡El ceviche de Pescados Capitales es difícil de olvidar!

Evoque un museo, un cuadro o cualquier otro encuentro con el arte que lo haya conmovido especialmente andando por el mundo.

En Berlín -una ciudad donde se respira historia- me impactó particularmente el monumento a los judíos asesinados en Europa durante el Holocausto. 

Mencione un libro, una película y/o un disco que lo hayan inspirado a viajar a algún lugar.

¿Quién no quiere viajar a Nueva York después de escuchar a Frank Sinatra o a Río de Janeiro tarareando Garota de Ipanema?

¿Qué destino lo desilusionó por completo o no estuvo a la altura de sus expectativas? ¿Por qué?

Recife, en Brasil. Salvo un par de cuadras cercanas a la rambla, el resto de la ciudad me pareció sucia, oscura y peligrosa. La imaginaba mucho más linda...

¿Qué es lo que no puede faltar en su valija cuando sale de viaje?

No tengo “fetiches”, pero trato de llevar los artículos de tocador que uso cotidianamente y algún anti-alérgico confiable. Lo que siempre va conmigo (salvo en viajes de placer) es un buen sobre porta trajes.

Mencione uno, dos o tres souvenirs de viajes que ocupen un lugar importante en su casa y en su corazón.

Sinceramente soy un enemigo acérrimo de los souvenirs. Evidentemente no tengo en mis genes espíritu de coleccionista. Son muy pocos los recuerdos tangibles que evocan viaje alguno. Lo único que conservé durante mucho tiempo -más por mis hijas que por mí- fueron las mascotas de los diversos eventos deportivos que me tocó cubrir como periodista. En general mis souvenirs se limitan a fotografías o videos.

El viaje perfecto es: ¿solo, en pareja, en familia, con amigos o en grupo?

¡El viaje perfecto es el que uno está precisando en ese momento!

¿Cuál es, para usted, la calle más linda del mundo?

Abusando de mi condición de periodista deportivo, me adjudico el derecho de establecer un podio: Champs Élysées, en París; la Calle De los Suspiros, en Colonia del Sacramento; y la ruta panorámica de Punta Ballena. Las dos últimas por razones subjetivas, seguramente. 

Un rincón del planeta especialmente recomendable para deslumbrar la vista

Dejando la naturaleza y la ya recomendada experiencia del Corcovado a un lado, diría que Times Square, en Nueva York, hipnotiza.

¿El olfato?

El Jardín Botánico de Curitiba.

¿El oído?

Fue una sorpresa durante mi cobertura en el mundial de Alemania. Llegué casi sin saberlo a Hameln, el pueblito del cuento El flautista de Hamelín. El sonido de la flauta, que no para casi nunca, aún resuena en mis oídos...

¿El gusto?

Lima.

¿Y el tacto?

Pinares, en Punta del Este. No hay playa en el mundo que tenga esa arena.

Si pudiera convencer a una celebridad internacional, de cualquier tipo, para que lo guiara por el lugar donde vive, ¿a quién elegiría y qué le pediría que le mostrara?

Le pediría a Barack Obama que me lleve a su campo de golf preferido en Hawái.

¿Cuál es el destino pendiente que ahora mismo lo obsesiona?

El lejano Oriente.

Cuando vuelve de viaje Miami le parece…

Es una sensación que voy a descubrir al regreso de Rusia, tras el mundial. Desde que me instalé aquí, en setiembre pasado, todavía no me he movido de Miami.