CHECK IN: GABRIELA PALLARES
Además de arquitecta y directora del portal Ministerio de Diseño, Gabriela Pallares es una adicta a los viajes. Sin ir más lejos, estas respuestas a nuestro cuestionario de cada semana las procesó de avión en avión, en pleno vuelo de Milán a Israel, y desde allí a Madrid, de donde acaba de volver.
Para empezar, ¿cuál es el primer viaje fuera de fronteras que atesora su memoria?
Buenos Aires con mis padres a los nueve años. Fue toda una aventura. Más tarde, siendo liceal y con mi madre, fuimos a Santiago. Era 1979 o 1980 y había toque de queda. Recuerdo que al caer la noche la ciudad y las bocas de metro se llenaban de soldados armados y hasta tanques. Por contraste, durante el día la ciudad cobraba otra vida y se disfrutaba “normalmente”. Mi abuela luego me llevó a Porto Alegre. Ahora los chicos arrancan quinta a fondo con destinos más lejanos, pero antes era mucho más gradual.
¿A qué lugar del mundo quisiera volver una y otra vez?
Londres o Escandinavia. En ambos lugares hay gran renovación urbana, creatividad en los mínimos detalles, lugares de tradición y antigüedad que conviven con audacias arquitectónicas y hasta en las formas de vestir. Ese cruce temporal y disciplinario me renueva la capacidad de asombro. Y también a Buenos Aires, que siempre tiene lugares nuevos para explorar y eventos muy bien organizados de los que soy habitué, como los encuentros Dara con charlas de diseñadores internacionales que no me pierdo.
¿Cuál es el mejor hotel en el que se haya alojado?
Seguramente en Delhi con el grupo de viaje de Facultad de Arquitectura: allí no hay términos medios en hotelería, y terminamos en un cinco estrellas recién inaugurado. Un lujo de muy pocos días que se agradecía luego de jornadas de 40 grados y de varios meses de dormir en carpa. Viajando a Roma con mi marido decidimos que preferíamos resignar cercanía al centro por mejora de hotel y nos quedamos en un convento reformado con un claustro y un patio central. Tenía una arquitectura divina pero estaba tan en las afueras que se caía de los mapas (en épocas en que el gps aún no era la brújula permanente), y estaba tan escondido que nos vivíamos perdiendo.
¿Y el mejor restaurante en el que se haya sentado a comer?
Kaá en San Pablo o Ceresio 7 en Milán, con un menú de varios pasos y una ambientación y vistas increíbles de toda la ciudad. También el Palacio Duhau en Buenos Aires.
Describa el almuerzo o la cena más memorable de su último viaje.
Una parada cerca de la Plaza San Simpliciano en Brera, Milán: alguien del grupo descubrió una ventana a la calle donde un señor desplegaba focaccias de medio metro cuadrado, humeantes y recién sacadas del horno, espolvoreadas con sal gruesa. Las cortaba al medio y un colega a su lado cortaba láminas de mortadela y jamón crudo con las que armaban una suerte de sandwiches finos servidos en bandejas y en porciones más que generosas. Todo por dos o tres euros, sentados en la vereda y disfrutando el momento.
Evoque un museo, un cuadro o cualquier otro encuentro con el arte que la haya conmovido especialmente andando por el mundo.
La feria Art Basel en Miami en general: toda la ciudad alineada con distintas expresiones de arte contemporáneo en un circuito que alterna eventos, museos, celebraciones, acciones promocionales creativas y lugares que se abren al público solo por esa semana. Un universo que permite vivir el arte en primera persona de forma lúdica, interactiva y conviviendo con otras disciplinas. Por su lado, el Hangar Bicocca de la Fundación Pirelli en Milán tiene, entre otras cosas, un hangar de 30 metros de altura (el lugar era la fábrica Ansaldo, donde se construían locomotoras y tranvías, entre ellos algunos de los que circulaban por Montevideo) que alberga una muestra del artista Anselm Kiefer con enormes torres de hormigón. Es una instalación que impacta por su escala.
Mencione un libro, una película y/o un disco que la hayan inspirado a viajar a algún lugar.
En los años 80, época del destape creativo español, se editaban unas revistas llamadas Ardi y On que compendiaban lo mejor de los nuevos productos, edificios, comercios y moda, especialmente de Barcelona y Madrid. No recuerdo cómo me hacía de ellas en épocas pre- internet, creo que me llegaban por correo con un atraso importante. Sin gps, yo me las arreglaba para mapear todo lo que recomendaban.
¿Qué destino la desilusionó por completo o no estuvo a la altura de sus expectativas? ¿Por qué?
Chandigarh. La visitábamos por los edificios sede del gobierno indio firmados por Le Corbusier, concebidos en el marco de un movimiento moderno, internacional. Al llegar, el estado era calamitoso. Si ponías las manos en las barandas de metal, con las temperaturas demoledoras que había, la diosa Visnú te mandaba al infierno sin escalas. Una lección importante sobre cómo la arquitectura debe respetar los usos y costumbres locales antes que las modas, los manifiestos políticos y las tendencias globales.
¿Qué es lo que no puede faltar en su valija cuando sale de viaje?
Asumamos que el pasaporte está en regla y ya contemplado. Luego, un celular con buena cámara (Samsung Note 8 en mi caso, que saca fotos espectaculares y tengo todos los puntos de interés marcados en el gps), enchufes adaptadores y tarjetas personales.
Mencione uno, dos o tres souvenirs de viajes que ocupen un lugar importante en su casa y en su corazón.
Me encantan los recuerdos de las tiendas de los museos: me parecen mundos cápsula fascinantes que reúnen recuerdos de alguna exposición relevante, suelen ser creativos y tener buen precio. En la edición anterior de la Design Week encontré en un mercado de pulgas callejero un par de zapatos de mi talle, casi sin uso y de la firma Etro, por 20 euros. Y un collar perdido, entre objetos de Fornasetti y pañuelos de seda que cada vez que lo uso me lo elogian. Lamento no haber asaltado con mas decisión ese puesto de maravillas.
El viaje perfecto es: ¿sola, en pareja, en familia, con amigos o en grupo?
Todos y cada uno de ellos. Siempre se rescatan momentos inolvidables. Vengo de guiar a 18 personas por la Design Week de Milán, en un programa que creamos con Tati Paz, Itaú y Jetmar, y agradezco la oportunidad de hacerlo y conocer de cerca a gente increíble. Espero que cuando logren reponerse de esa maratón sientan que el viaje les aportó otra mirada a un destino convencional en una época excepcional. El próximo será un viaje de madre e hija adolescente, que también me encanta porque disfruto verla descubrir e informarse de sitios que visitaremos.
¿Cuál es, para usted, la calle más linda del mundo?
¡Avenida De las Américas cuando la que parte del aeropuerto soy yo! Hablando en serio, diría el design district Wynwood en Miami o las calles del SoHo en Nueva York. Y si se me permite, las de Taxco, en México.
Un rincón del planeta especialmente recomendable para deslumbrar la vista.
Los pueblitos perdidos de Costwolds, en Inglaterra. Especialmente recuerdo Collyweston.
¿El olfato?
Ciudad de México y sus omnipresentes puestos de comida ambulante.
¿El oído?
Las risas de los compañeros de viaje cuando todo fluye. El mar y las gaviotas en esos restaurantes al borde del agua en Grecia, donde pescan y cocinan en el momento.
¿El gusto?
Las frutillas que te venden en los puestos de la calle o el helado de pistacho en Italia.
¿Y el tacto?
Las sábanas limpias del hotel para descansar luego de un día agotador.
Si pudiera convencer a una celebridad internacional, de cualquier tipo, para que la guiara por el lugar donde vive, ¿a quién elegiría y qué le pediría que le mostrara?
Si es por pedir, que los arquitectos chinos Neri y Hu me muestren Shanghai. O Bjork Islandia.
¿Cuál es el destino pendiente que ahora mismo la obsesiona?
Japón. Me encantaría recorrer ciudades grandes y pueblos pequeños, descubriendo esos contrastes entre vanguardia y herencias ancestrales.
Cuando vuelve de viaje Montevideo le parece...
…¡que hay tanto por hacer!