CHECK IN: AROTXA

Sin decir una palabra, Rodolfo Arotxarena pinta la realidad nuestra de cada día y hace periodismo del bueno con sus caricaturas en El País. Esta vez, le pedimos que dejara los lápices a un lado y nos llevara de paseo a otros mundos. Así respondió nuestro cuestionario viajero.

En Chinatown, Nueva York. Setiembre de 2017.

En Chinatown, Nueva York. Setiembre de 2017.

Para empezar, ¿cuál es el primer viaje fuera de fronteras que atesora su memoria?

A Buenos Aires, con mis padres, en 1963. En un avión Vickers a hélices de Pluna

¿A qué lugar del mundo quisiera volver una y otra vez?

Sin duda a Manhattan, festejé tres veces mi cumpleaños y seguiría yendo una y otra vez.

¿Cuál es el mejor hotel en el que se haya alojado?

En los de alta rotatividad he pasado bárbaro, pero bromas de lado, me resulta difícil elegir uno entre tantos. A raíz de mi primer viaje a Europa, en 1979, conocí uno en Berlín cuyo nombre no recuerdo. Estaba a dos cuadras de “La muela picada”. La cama tenía un maquinita y si le ponías una moneda te daba unos masajes divinos. En Cracovia, en 1992, el Francuski estaba muy bien, y años después, el Hostal de los Reyes Católicos, en Santiago de Compostela, excelente.

¿Y el mejor restaurante en el que se haya sentado a comer? 

“La Magdalena”, en mi casa, y “Porky’s House” en Peñarol viejo, que es la casa de uno de mis hermanos del alma.

Describa el almuerzo o la cena más memorable de su último viaje.

Cosme, en Manhattan, setiembre de 2017, junto a Magdalena y a mis hijos Andrés y Juan. ¡Inolvidable!

Evoque un museo, un cuadro o cualquier otro encuentro con el arte que lo haya conmovido especialmente andando por el mundo.

El Museo de Orsay, en París, y “Saturno devorando a su hijo”, en el Museo del Prado, en Madrid. Mi desequilibrio emocional, o cierta sensibilidad, hace que me conmueva con algunas obras, artistas, músicos, cocineros, platos de comida, esculturas, cinturas de mujeres que cuando se van son mejores que cuando vienen, edificios, plazas… Y tengo devoción por cementerios y ferias.           

Mencione un libro, una película y/o un disco que lo hayan inspirado a viajar a algún lugar.

Leer historia hizo que Egipto me generara mucho misterio. En aquella época no había la infinidad de programas de viajes que hay ahora, en los que uno ve a dónde quiere ir. Leer era perfecto para alimentar las fantasías. Cuando estuve en El Cairo, el antiguo bazar Jan el-Jalili me deslumbró. Lo inesperado me ha dado enormes satisfacciones, como la noche que me llevaron a cenar al Cabaret del Rey Faruk.

¿Qué destino lo desilusionó por completo o no estuvo a la altura de sus expectativas? ¿Por qué?

Montevideo… ¡porque vivir donde sea es un viaje! Demasiado mal humor y soberbia infundada. Ver cómo conducimos en el tránsito dice como somos y pensamos. Brutalidad, violencia y mala educación.

¿Qué es lo que no puede faltar en su valija cuando sale de viaje?

Mi peine Kent of London.

Mencione uno, dos o tres souvenirs de viajes que ocupen un lugar importante en su casa y en su corazón.

Un negro francés antiguo vestido de colorado con guantes blancos que compramos en El Rastro hace muchos años, cuatro vasos de pulpería de más de medio kilo de vidrio, del siglo XIX, un chancho de madera que compramos en Pucón (lugar divino hace 30 años) y algún caballo de calesita de Ponce.

El viaje perfecto es: ¿solo, en pareja, en familia, con amigos o en grupo?

Depende a qué edad. Viajar acompañado es perfecto, pero nunca con gente molesta, eso resulta fatal. 

¿Cuál es, para usted, la calle más linda del mundo?

La que llevo adentro. Se viste de fiesta o de luto en base a determinados acontecimientos.

Un rincón del planeta especialmente recomendable para deslumbrar la vista

El medio del campo, a la noche y sin luna, para echarse panza arriba y contemplar la inmensidad del cielo.

¿El olfato?

La chimenea perfecta.

¿El oído?

Donde se pueda escuchar el silencio.

¿El gusto?

El placer de punta a punta.

¿Y el tacto?

La gloria de recorrer la vida con los dedos.

Si pudiera convencer a una celebridad internacional, de cualquier tipo, para que lo guiara por el lugar donde vive, ¿a quién elegiría y qué le pediría que le mostrara?

A nadie. Quizá parezca presuntuoso, pero nunca sentí o imaginé eso. Ir del brazo con alguien que uno quiere y dirigirse al lugar convenido es lo máximo, por lo menos para mí.

¿Cuál es el destino pendiente que ahora mismo lo obsesiona?

Ninguno.

Cuando vuelve de viaje Montevideo le parece…

No me parece.

 

ENTREVISTASWalter SungaAROTXA