CHECK IN: MARTÍN PITTALUGA

Es una de las caras visibles de La Huella, el celebrado parador que puso a José Ignacio en la mira internacional y colocó a Uruguay en el ranking de los mejores restaurantes del mundo. Descubramos ahora cómo viaja Martín Pittaluga, que supo trabajar en el mismísimo Orient Express.

Manos a la obra: abriendo ostras junto a la bahía de San Francisco.

Manos a la obra: abriendo ostras junto a la bahía de San Francisco.

Para empezar, ¿cuál es el primer viaje fuera de fronteras que atesora su memoria?

El cruce del Atlántico en el Rotterdam, último viaje de ese enorme transatlántico. Viajé con mi familia de Le Havre a Nueva York. Era 1963 y yo tenía cinco años.

¿A qué lugar del mundo quisiera volver una y otra vez?

A Nueva York. 

¿Cuál es el mejor hotel en el que se haya alojado?

 El Imperial, en Nueva Delhi.

¿Y el mejor restaurante en el que se haya sentado a comer?

 Pap´Açôrda, en Lisboa.

Describa el almuerzo o la cena más memorable de su último viaje.

Fue una cena en Montauk, en el estado de Nueva York, en casa de amigos y en verano. Pollo de campo cocinado durante ocho horas.

Evoque un museo, un cuadro o cualquier otro encuentro con el arte que lo haya conmovido especialmente andando por el mundo.

El Museo de Ciencias Naturales de La Plata, Argentina.

Mencione un libro, una película y/o un disco que lo hayan inspirado a viajar a algún lugar.

Los cuentos de Paul Bowles ambientados en Tánger, Marruecos.

¿Qué destino lo desilusionó por completo o no estuvo a la altura de sus expectativas? ¿Por qué?

Venecia, por el descontrolado exceso de turismo.

¿Qué es lo que no puede faltar en su valija cuando sale de viaje?

Dos o tres libros, la colonia 4711, el celular cargado con mi música.

Mencione uno, dos o tres souvenirs de viajes que ocupen un lugar importante en su casa y en su corazón.

Yo traigo libros y discos siempre. Una vez en casa me gustan los textiles que trajimos de Tánger o las piedras que me hace cargar mi mujer, por poner dos ejemplos.

El viaje perfecto es: ¿solo, en pareja, en familia, con amigos o en grupo

Con mi mujer, la compañía perfecta en charlas y silencios. Además de que nos gustan e irritan las mismas cosas.

¿Cuál es, para usted, la calle más linda del mundo?

La rue Saint Louis en l’Ile, en París.

Un rincón del planeta especialmente recomendable para deslumbrar la vista

El altiplano en Bolivia 

¿El olfato?

El olor de las panaderías, a las cinco de la mañana, por las calles de París.

¿El oído?

El ruido del andar del tren en cualquier lugar del mundo. Mi último viaje fue de Agra a Calcutta, en India.

¿El gusto?

 Las ostras de San Francisco.

¿Y el tacto? 

Al igual que el olfato, ese sentido me devuelve a las panaderías parisinas. Como tener un café caliente en la mano mientras camino por las mañanas heladas de cualquier lugar.

Si pudiera convencer a una celebridad internacional, de cualquier tipo, para que lo guiara por el lugar donde vive, ¿a quién elegiría y qué le pediría que le mostrara?

A Martin Amis, en Londres, para conocer sus bares y tugurios preferidos. 

¿Cuál es el destino pendiente que ahora mismo lo obsesiona?

El lejano sur de Argentina.

Cuando vuelve de viaje José Ignacio le parece…

Único e irremplazable.