CHECK IN: VICTORIA RODRÍGUEZ
Para empezar, ¿cuál es el primer viaje fuera de fronteras que atesora su memoria?
El que hice de mochilera con un grupo de amigas. Teníamos 19 años. Y para la mayoría, fue nuestra primera salida del Uruguay. Directo a Europa. Dormíamos en albergues y comíamos migas de pan, pero disfrutamos como locas de las grandes capitales europeas. Recorrimos todos los museos y entrábamos gratis con el carnet de prensa trucho que habíamos conseguido. Yo pensaba que ese iba a ser mi primer y único viaje. Había trabajado un año entero como secretaria para comprarme el pasaje. ¡Quién iba a decir que tiempo más tarde viajaría por el mundo entero… y como prensa de verdad!
¿A qué lugar quisiera volver una y otra vez?
París, Londres y Nueva York. Tres ciudades a las que volvería loca de la vida, una y mil veces. Pero tengo el compromiso personal de volver a Nepal. Fue un destino que me conmovió en lo más profundo. Por aquel entonces todavía estaba bastante cerrado al mundo. Katmandú seguía siendo un espacio suspendido en el tiempo y en la historia. Tengo entendido que hoy experimenta transformaciones significativas políticamente. ¡Aunque la leyenda de la diosa Kumari sigue vigente!
¿Cuál es el mejor hotel en el que se haya alojado?
Fue un hotel de la cadena Four Seasons en Sharm El Sheikh, Egipto, a orillas del Mar Rojo. Hoy en día hay muchas cadenas hoteleras de nivel cinco estrellas en esa región, y tienen el enorme desafío de repensarse para sorprender a los viajeros, cada vez más acostumbrados a los altos niveles en arquitectura, diseño y servicio. Pero cuando llegué a ese rincón del mundo, hace más de 15 años, sólo había mar, desierto y unos pocos hoteles. De lujo, eso sí. Estaba en pleno desarrollo. El contraste de la tierra árida, la nada, la inmensidad y los misterios profundos del Mar Rojo (es uno de los preferidos para los buceadores) con aquel monstruo de manufactura humana, hizo que fuera una experiencia inolvidable.
¿Y el mejor restaurante en el que se haya sentado a comer?
El restaurante de Alain Ducasse en el hotel Le Meurice, en Paris. Si bien es uno de los restaurantes distinguidos por la Guía Michelin, convengamos que mi “paladar” no pasa tanto por lo gastronómico sino más bien por una experiencia completa que incluye el entorno y el ambiente. Ese es un espacio que bien podría ser una sala de Versailles, con la intervención del decorador Philippe Starck. De verdad que fue una experiencia inolvidable.
Describa el almuerzo o la cena más memorable de su último viaje.
Mi último viaje fue a la región de los siete lagos en Argentina. Un paisaje maravilloso entre picos montañosos que todavía conservaban nieve en sus cimas y el color turquesa de las aguas del deshielo. Por ahí, entre los bosques de Villa La Angostura, dimos con Las Balsas Relais & Chateaux. Una joyita escondida a orillas de un lago. Fue un viaje en familia. Eso fue lo que lo hizo memorable, además del servicio y del entorno, por supuesto. Nosotros pasamos divino. El resto de los huéspedes del hotel, no tanto…. Un consejo si van hasta ahí: ¡no ir con niños chicos! Nos dio un poquito de papelón…. Era inevitable que el entusiasmo de los niños (mis hijos y sobrinos) rompiera un poco la paz del lugar.
Evoque un museo, un cuadro o cualquier otro encuentro con el arte que la haya conmovido especialmente andando por el mundo.
¿Me creés si te digo que el momento máximo de encuentro con el arte y el talento lo tuve en un subte en Nueva York? Nunca sabré su nombre ni su edad (parecía de unos treinta y pico, pero “sobrevivir” pone años en el rostro de las personas)… sólo sé que tocaba la guitarra y cantaba como Chet Baker en sus años más melancólicos.
Mencione un libro, una película y/o un disco que la hayan inspirado a viajar a algún lugar.
De adolescente devoraba los libros de Agatha Christie y recuerdo que uno en especial, Asesinato en el Orient Express, me había despertado la fantasía de poder ser una pasajera más de ese tren. El destino me permitió cumplir ese sueño. Viajé en el Orient Express en su ruta por el Rajastán, en India. Y como corolario, el año pasado gocé con la película de Kenneth Branagh, última versión cinematográfica de la novela de Christie, con un elenco formidable.
¿Qué destino la desilusionó por completo o no estuvo a la altura de sus expectativas? ¿Por qué?
Miré llover por la ventana de un hotel en Florianópolis, durante diez días. Desde el primero hasta el último, siempre lo mismo: me embadurnaba de filtro para el sol, me ponía el pareo, me repetía “hoy sí, hoy empiezan mis vacaciones en la playa”, pero terminaba siempre igual, “la ñata contra el vidrio”, mirando desvanecerse mis preciadas vacaciones en infinitas gotas de agua.
¿Qué es lo que no puede faltar en su valija cuando sale de viaje?
¿Te referís a eso que anotás primero en tu lista de “cosas para llevar” y que cuando llegás al hotel y abrís la valija te das cuenta que no lo guardaste? Suele pasar. En realidad, lo único que no puede faltar son zapatos cómodos.
Mencione uno, dos o tres souvenirs de viajes que ocupen un lugar importante en su casa y en su corazón.
Un marco de madera tallada (que hoy tiene un espejo y está en la entrada de mi casa) que me traje al hombro -y es literal- desde Vietnam. Y una réplica de un soldado de terracota de Xian, China, al que hoy por hoy le falta la cabeza por un pequeño accidente doméstico (mi hijo lo llevó al colegio por un trabajo que tenía que hacer)… pero se la estoy por pegar.
El viaje perfecto es: ¿sola, en pareja, en familia, con amigos o en grupo?
Viajar sola es una gran aventura. En pareja, una necesidad. En familia, una bendición. Con amigos, se hace historia.
¿Cuál es, para usted, la calle más linda del mundo?
La que me trae de regreso a casa después del trabajo.
Un rincón del planeta especialmente recomendable para deslumbrar la vista?
Un paseo en barco por el Mediterráneo Occidental entre el mosaico extraordinario de paisajes rocosos y acantilados en los alrededores de Córcega. Pero también podría ser Cabo Polonio cuando cae el sol.
¿El olfato?
La selva amazónica después de una lluvia.
¿El oído?
La plaza Yamaa el Fna en Marrakech. Aunque puede llegar a ser ensordecedora entre los músicos y los encantadores de serpientes. Otra opción menos exótica, las calles de Praga al atardecer. Se inundan de música clásica.
¿El gusto?
¡No tendré demasiado desarrollado ese sentido porque no me viene nada a la cabeza!
¿Y el tacto?
Las caricias a nuestros hijos. No hay mejor viaje que ése.
Si pudiera convencer a una celebridad internacional, de cualquier tipo, para que la guiara por el lugar donde vive, ¿a quién elegiría y qué le pediría que le mostrara?
Pediría una segunda oportunidad para volver a la casa de Tara Gandhi. Tuve el placer de entrevistarla en su tierra natal, en India. Pero yo era muy joven y hoy, ante la urgencia de la política de la no violencia que tanto fomentaba su abuelo, Mahatma Gandhi, tendría infinitamente más preguntas para hacerle. Y le pediría que me llevara por las calles de Bombay.
¿Cuál es el destino pendiente que ahora mismo la obsesiona?
Llevar a mis hijos a un safari en Africa. Tuve el privilegio de hacerlo con Los Viajes del 12. Ahora me encantaría poder hacerlo con mis hijos.
Cuando vuelve de viaje Montevideo le parece…
Mi casa.