CORREO DESDE GEORGIA
Un hotel singular para un destino singular. Así puede definirse rápidamente al Telegraph de Tiflis, que tal como su nombre sugiere, ocupa una vieja oficina de correos y telégrafos de la capital georgiana, transformada radicalmente por un estudio de arquitectura con sede en China.
El edificio es brutal y brutalista por donde se lo mire, data de los años 70 y es obra original de dos arquitectos locales: Lado Alexi-Meskhishvili y Teimuraz Mikashavidze. Su nueva vida, que dota de acento contemporáneo la herencia estética soviética de una mole que había caído en el abandono, lleva la firma del estudio Neri & Hu, que tiene su cuartel general en Shanghái.
The Telegraph es el primer establecimiento en llevar la firma de Leading Hotels of the World en el Cáucaso, y su apertura llega para dinamizar un barrio y una arteria de la capital de Georgia (la avenida Rustaveli) sin alterar su icónica fachada en piedra volcánica.
Según los fundadores del estudio Neri & Hu, la idea que guió la conversión fue transformar un viejo centro de comunicación en una ciudad actual inspirada en un viejo caravasar, aquellas antiguas posadas que ofrecían parada y fonda para las caravanas comerciales, para los viajeros y hasta para los animales. En la planta baja, una red de corredores envueltos en mármol travertino evoca los callejones de la ciudad, al tiempo que los bares y restaurantes (hay más de uno) envuelven el patio central del hotel, donde el verde de árboles y enredaderas juega con el negro de la gran estructura en aluminio mate.
El diálogo entre pasado y presente es constante: las viejas columnas y los pilares de hormigón desgastado se han dejado a la vista en los corredores, al tiempo que los puntos y las rayas doradas de las puertas de entrada son un guiño al código Morse que empleaban antiguamente los telegrafistas. Maderas oscuras, piedra y ladrillo son los materiales predominantes que, a la vez, suavizan la estructura angular del edificio.
Una amplia escalera (iluminada por una gigantesca lámpara de cristal y acero negro) conduce a las casi 240 habitaciones, donde la apuesta estética se rinde a una paleta casi monocromática y los modernos perfiles de aluminio y vidrio templado separan dormitorios de baños y salas de estar, que a su vez evocan los vagones de un tren y homenajean la posición de la ciudad en la legendaria Ruta de la Seda.
El último piso deja lugar para las Club Suites, que suman terrazas privadas y bañeras exentas. Y a falta de uno, en el hotel hay nueve espacios para comidas y bebidas: desde el Grand Café de aires vieneses, con techos artesonados y ropaje elegante en las mesas, hasta el Laan Thai envuelto en vidrio y metal, que sirve platos del sudeste asiático y remite a la vibrante Bangkok; pasando por la imprescindible cafetería, un moderno espacio de co-work (donde también se despachan platos y tragos), un bar en la azotea y un club de jazz en el sótano.
Hay también una encantadora biblioteca envuelta en nogal (donde la evocación del viejo caravasar se hace más evidente), en la que además de libros y vinilos se puede consultar por los mejores vinos. Un gimnasio, salas de tratamiento para masajes y dos piscinas (que funcionan en un edificio vecino), completan la oferta hotelera del Telegraph, una nueva escala a tener en cuenta a medio camino entre Europa y Asia, tan a mano de montañas blancas como de las playas del Mar Negro.