PARÍS EVOCA A GAINSBOURG

La mítica casa de Serge Gainsbourg en el distrito 7 de la capital francesa está ahora abierta al público. Un museo (e incluso un bar), completan el anzuelo turístico para interesados en la canción francesa en particular y fetichistas en general.

Hay todo lo que cabe esperar del dueño de casa, incluyendo un piano Steinway, cajas de cigarrillos Gitanes, una máquina de escribir vintage, un encendedor Zippo…

La legendaria guarida, en el 5 bis de la elegante rue Verneuil de la ribera izquierda del Sena, abre sus puertas a 32 años de la muerte del cantante y promete convertirse rápidamente en una atracción turística muy disputada. En todo caso, la primera tanda de entradas para las visitas guiadas a la residencia particular propiamente dicha ya están agotadas, y de momento no hay más consuelo que suscribirse a una lista en espera de lo que pueda conseguirse para 2024.

Detrás de la preservación casi museística de la puesta en escena está el trabajo (y el largo duelo) de Charlotte Gainsbourg, hija del cantante y de Jane Birkin, que tras la muerte de su padre dejó la casa tal y como estaba en 1991. Hoy, su voz conduce a los visitantes, provistos de auriculares, a través de los dos pisos de la residencia, al ritmo de un relato de 30 minutos que intercala datos biográficos del autor de Je t’aime… moi non plus con sus vivencias personales como habitante del lugar, amén de canciones y sonidos recolectados especialmente en el lugar.

Después de dudar mucho tiempo sobre qué hacer con la casa (que estuvo a punto de agrandar con la ayuda del célebre arquitecto Jean Nouvel, proyecto que finalmente desechó), Charlotte resolvió abrirla al público y anexarle el museo Maison Gainsbourg (apenas cruzando la calle y para el que sí hay entradas disponibles actualmente), en el que se exhiben desde cartas personales hasta objetos emblemáticos, pasando por ropa, obras de arte, joyas y una vasta memorabilia del autor que totaliza unos 450 ítems ordenados en ocho capítulos cronológicos.

Al mismo tiempo, ocho pantallas proyectan archivos televisivos, radiales, fotográficos y fílmicos que dan cuenta de la trayectoria de Gainsbourg, mientras el subsuelo alberga exposiciones temporales (siempre dedicadas a su carrera profesional).

La propuesta se redondea con Le Gainsbarre, que funciona como café durante el día y piano-bar por las noches, con un ambiente que promete recrear la atmósfera de los viejos cabarets parisinos, una paleta que evoca la casa privada de Serge y un menú muy simple que recuerda el room service de los hoteles que adoraba el dueño de casa. Obviamente, no faltan una pequeña boutique y una librería.