TÁNGER ESTILO YVES SAINT LAURENT

La pasión marroquí de Yves Saint Laurent no se agotaba en Marrakech. También en Tánger tuvo su nido el celebrado diseñador francés, y esa fabulosa casa acaba de ser convertida en un encantador hotel por el inglés Jasper Conran. Así es Villa Mabrouka.

La casa, con aires modernistas de los años 40, está convenientemente escondida dentro de uno de los más fabulosos jardines de Tánger, tan bien ubicado como para deparar estupendas vistas del estrecho de Gibraltar y permitir descansar, por las noches, de las agitaciones diurnas que proponen la medina y la kasbah de la ciudad.

El diseñador británico Jasper Conran (que también es el hombre detrás del éxito de L’Hotel en Marrakech) tuvo a su cargo la recuperación de la villa, que Jacques Grange concibió en los años 90 para Saint Laurent y su compañero Pierre Berger. En ese entonces, el famoso modisto ordenó un espacio sereno, capaz de evocar el hogar de su infancia en Algeria pero que, al mismo tiempo, pareciera pensado para un europeo excéntrico llegado a vivir a la ciudad blanca y encaprichado con tener una habitación de cada color.

A propósito de habitaciones, en el flamante hotel hay apenas una docena (con nombres que citan ciudades y regiones marroquíes) y todo el conjunto mantiene el aire europeo original, en el que no faltan citas al country inglés y al estilo de los hoteles que hicieron famosa la riviera francesa en la primera mitad del siglo XX. Sobreviven la distribución de las habitaciones, la altura de los techos, las baldosas de los pisos, las vigas pintadas y los lustres de Murano, entre otros detalles originales, pero todo el mobiliario ha sido renovado. Las paredes blancas a la cal resaltan los nuevos detalles decorativos entre los que destacan las alfombras de Mauritania, las gasas y los terciopelos franceses, los bordados de Fez, las lámparas de los años 30 y los zelliges locales que se tutean con mosaicos andaluces y romanos.

Ya en los jardines, el paisajismo corre por cuenta de Madison Cox, que recuperó el verdor de este auténtico oasis urbano agregando 6 mil 500 plantas, arbustos y árboles.

Cuando si hizo cargo del hotel, Conran sumó además un par de cabañas externas, un rooftop bar, una segunda piscina, un hammam, un restaurante que a lo largo del día y la noche sirve platos de la cocina mediterránea sutilmente afectada por ingredientes y especias marroquíes, y tres enormes pabellones disponibles para eventos privados.

“Leí el libro Hotel Splendide, de Ludwig Bemelmans, cuando era adolescente. Es un relato apasionante de su vida como camarero en el Ritz Carlton de Nueva York en los años veinte. Desde entonces he sentido un gran interés por los hoteles", dice el flamante propietario de Villa Mabrouka. “Y además, desde que tengo uso de razón, Yves Saint Laurent ha tenido un significado inmenso para mí: mientras algunos niños adoraban a los futbolistas, yo lo admiraba a él. Ha sido una figura muy importante desde que tenía unos doce años. Era un genio”.