BERLÍN SE PONE REAL

Promete ser la apertura hotelera del año en la vibrante ciudad alemana. El flamante Château Royal ocupa tres edificios cerca de la Puerta de Brandeburgo, conjuga diseño, arte y gastronomía, y apuesta a ser el sitio de encuentro obligado para turistas y locales.

El proyecto es fruto de la colaboración entre tres inspirados talentos: el berlinés Stephan Landwehr (fundador del conocido Grill Royal), su socio Moritz Estermann y la joven chef islandesa Victoria Eliasdóttir.

En cuanto a la arquitectura, la tarea de restaurar dos viejos edificios preexistentes (uno de 1850, otro de 1910), construir uno nuevo y extender los techos, corrió por cuenta del estudio británico David Chipperfield. El resultado brilla hoy en una esquina de la ciudad fácilmente identificable por su cúpula de bronce y acoge, en cinco pisos, 93 habitaciones, incluyendo 26 suites y un gran apartamento. Hay también un bar, un restaurante, un jardín de invierno, un lounge animado por una chimenea y un salón para cenas privadas.

En cuanto a la puesta en escena y el diseño de interiores, llevan la firma de Irina Kromayer, que puso todas las fichas en materiales capaces de evocar la bohemia berlinesa de fines del siglo XIX y comienzos del XX: mármol, roble, níquel y azulejos de colores. Muebles vintage, alfombras, lámparas de cerámica especialmente diseñadas para el hotel y respaldos de cama en ratán completan el efecto del conjunto.

Apoyada en la jefa de cocina Elena Müller, Eliasdóttir es responsable de la propuesta gastronómica, que definen como ética y estacional, descansa básicamente en vegetales y llega acompañada de vinos locales, franceses e italianos.

Y como el arte también está en el ADN del lugar, el otro plato fuerte son las más de 100 obras diseminadas por el hotel, curadas por el galerista retirado Kristen Landwehr. Hay pinturas, esculturas, fotografías e instalaciones de todo tipo alegrando la vista en los espacios comunes, los corredores y las habitaciones, cuyo precio arranca en los 200 dólares.