RENACER EN BANGKOK
A orillas del río de los reyes, el hotel más emblemático de la capital tailandesa acaba de completar un ciclo de reformas iniciado hace ya tres años. Con habitaciones, restaurantes y piscinas a nuevo, se multiplican las excusas para conocer el mítico Mandarin Oriental Bangkok.
Construido originalmente en 1876 y funcionando como tal desde 1887, el legendario hotel The Oriental es el más antiguo de Tailandia y uno de los más viejos de toda Asia. A la vez, fue pionero en más de un rubro: el primero en estar emplazado junto al río Chao Phraya, el primero en abrir un bar donde escuchar jazz y el primero en ofrecerle un spa a sus huéspedes.
Como cabe imaginar, una pléyade de celebridades ha pasado por allí, y algunas de las suites honran hasta hoy, con su nombre, a los popes de la literatura que recalaron en el Oriental a su paso por Bangkok: de Joseph Conrad a John le Carré, de Noël Coward a Somerset Maugham. También ha sido, claro, el hotel de los reyes, los príncipes y los presidentes. Llevaba muy poco tiempo abierto cuando el entonces rey Chulalongkorn lo inspeccionó para ver si si podía alojar allí a sus invitados, y desde que en 1891 el joven príncipe Nicolás (que tres años más tarde se convertiría en zar de Rusia) durmiera en el lugar, los mandatarios no dejaron de frecuentarlo.
El Oriental pasó por numerosas manos: desde magnates americanos que importaron orquestas vienesas y chef franceses, hasta un pequeño consorcio de residentes locales que, al cabo de la Segunda Guerra Mundial, pagaron apenas 250 dólares cada uno para comprarlo y renovarlo.
De fines de la década del 40 data la época de gloria, con la inauguración del mentado Bamboo Bar, que además de introducir el jazz en las noches del hotel, impuso un dress-code que obligaba a los caballeros al uso de corbata. En 1958 se inauguró la torre anexa de 10 pisos (hoy conocida como Garden Wing) y llegó Le Normandie, el restaurante francés que de inmediato cosechó las dos estrellas Michelin que mantiene hasta hoy. Hacia finales de los 70 se inauguró la River Wing, que sumó unas 350 habitaciones, y con los años se agregaron una escuela de cocina, un restaurante del otro lado del río y el célebre spa que funciona en una pequeña mansión de madera de teka.
Rebautizado formalmente como Mandarin Oriental en 2008, el hotel inició un completo proceso de reformas en 2016: primero fueron renovadas las Author’s y Garden Wings, y hace apenas unas semanas culminaron las obras que afectaron las habitaciones, la piscina y los restaurantes de la River Wing.
Hoy el hotel cuenta con 271 habitaciones y 60 suites, 11 restaurantes y bares, salas de banquetes y conferencias, un spa, un fitness centre y dos piscinas descubiertas. Tiene mil 300 empleados, con un promedio de 14 años de experiencia en el lugar. ¿Otro detalle de la reciente reforma? Las imponentes lámparas que cuelgan en el renovado lobby llevan 2.460 piezas de cristal de Bohemia cada una. Pesan 220 kilos y se necesitaron 150 horas para ensamblarlas. Llegaron para envolver y dar luz a los viejos e icónicos candelabros de teka del Oriental. Y de paso, para renovar la tradición de esta imponente mansión metropolitana dispuesta a dar batalla con los nuevos vecinos del barrio.