EQUIPAJE A MADRID

En la capital española, el Museo Thyssen-Bornemisza acoge en estos días, y hasta el 15 de mayo, la muestra Time Capsule: un repaso por 100 piezas icónicas de la firma Louis Vuitton. Conviene recordar que detrás de ese nombre asociado al consumo y al lujo hay una rica e interesante historia viajera. Y que andar ligero de equipaje no siempre es la mejor idea.

La fábrica de Asnières en sus comienzos.

La fábrica de Asnières en sus comienzos.

Dicen que llegó a París, en 1837, con apenas 15 años. El jovencísimo Louis Vuitton, procedente de Anchay, se presentó en el taller de un renombrado layetier emballeur, como se conocía en Francia a quienes se dedicaban a fabricar baúles y reparar maletas, y se puso a trabajar con él. El amor por el oficio y el conocimiento de la madera le venían en la sangre: en la familia había molineros y carpinteros. Hacia 1854 abrió su propio negocio, no lejos de la Place Vendôme, distinguido por sus iniciales L.V. y con la ayuda de su flamante esposa. Ese mismo año, mientras la lista de clientes multiplicaba personajes célebres y apellidos ilustres de la ciudad, Vuitton estrenó su hoy legendaria Malle de Cabine, también conocida como Flat Trunk: un baúl fabricado con madera de álamo y cubierto con una lona impermeable color gris Trianon. Ya aparecían las asas y las puntas metálicas, así como las varillas de madera de haya con tachas. 

Muy pronto, el éxito del negocio obligó a trasladar la fábrica a Asnières, donde hasta hoy sigue funcionando buena parte de la producción, mientras el local parisino se trasladó a la rue Scribe. Con el correr de los años se sumaron el baúl Wardrobe (un verdadero armario itinerante), y los baúles para coches, barcos y aviones. Más cerca en el tiempo, los exquisitos detalles que permanecen como sello distintivo de la marca: la lona Damier, o el estampado Monogram (en rigor invento de Georges Vuitton, hijo del fundador), por poner solo dos ejemplos. El resto de la historia, incluyendo la acusación de colaboracionismo durante la Segunda Guerra Mundial, es más o menos conocido. La firma se unió al grupo Möet Hennessy a fines de los 80, y ya en los 90, con Marc Jacobs al frente como director creativo, Louis Vuitton subió a las pasarelas de la moda. 

La muestra en cartel en el Thyssen Bornemisza de Madrid discurre en varias salas, sigue en orden cronológico la historia de la marca y se centra en seis aspectos centrales: los códigos de la Maison, los viajes alrededor del mundo, la elegancia en movimiento, los íconos de la casa, el Baúl Mágico y el trabajo de los artesanos, que hacen una demostración en vivo al final del recorrido por la exposición.

El video que sigue puede dar una idea del savoir faire de esta gente.