EN TREN DE SOÑAR
Amantes del lujo sobre ruedas, de parabienes. Este año, el tren Venice-Simplon Orient Express sumará a sus atractivos tres flamantes grand suites, de riguroso estilo Art Déco, para que los viajeros más exquisitos disfruten de su sala de estar privada abordo, pidan el desayuno en la cama, beban champagne a cuenta de la casa… y no tengan que salir al pasillo, en medio de la noche, para ir al baño.
A pesar de Judi Dench y de Kenneth Branagh, la última versión cinematográfica de la famosa novela de Agatha Christie no era muy buena, es cierto; pero más de un viajero habrá vuelto a casa con ganas de chequear el precio de los pasajes en el sitio web de Belmond, la bandera que opera hoteles, cruceros, restaurantes, safaris y trenes de lujo alrededor del mundo, incluyendo el Orient Express.
Las grand suites que se estrenarán este 2018 están inspiradas en tres ciudades asociadas a la ruta histórica del legendario tren: la elegancia y el romanticismo de Estambul dicen presente a través de la madera tallada a mano y el cuero repujado; París es evocada en detalles del mobiliario dignos de la alta costura y en la excelencia gastronómica; y la grandeza de Venecia se deja ver aquí y allá en las sedas y el cristal, según anticiparon los portavoces del estudio londinense Wimberly Interiors, responsable del diseño de las suites.
Las rutas del Orient Express varían sensiblemente según la época del año, pero la oferta incluye desde viajes de una sola noche hasta travesías de diez días, pasando por varios destinos europeos. Fuera de esas suites que serán la sensación de la nueva temporada, el tren ofrece 17 vagones recientemente restaurados para evocar el estilo de los años 20 en sus cabinas singles, twins y dobles (que no tienen baño privado: apenas cuentan con lavabo); tres vagones consagrados al servicio de restaurante, donde el chef Christian Bodiguel y su equipo se ocupan de platos en los que no faltan el cordero y la langosta, por citar apenas dos ejemplos del menú; y un vagón bar, pianista incluido, en el que corren ríos de champagne y la cristalería Lalique está a salvo del traqueteo de las vías, al igual que las botellas vintage de Taittinger, Laurent Perrier Rosé y Louis Roederer Cristal.
Naturalmente, el precio de tanto lujo no se compara con el de una entrada al cine: las nuevas suites arrancan, para los viajes de apenas una noche, en algo más de 7 mil dólares por persona.