CHECK IN: LEO BARIZZONI

Las pasiones de este fotógrafo uruguayo no se agotan en un solo click, porque además de andar siempre con la cámara al hombro, Leo Barizzoni es también un fanático del fútbol, del rock y del punk. Ahora responde nuestro cuestionario viajero y nos lleva de paseo por el mundo: de Nueva York a París… y de la Polinesia a La Bombonera.

En el mítico estadio porteño de Boca Juniors, fotografiado por su mujer.

En el mítico estadio porteño de Boca Juniors, fotografiado por su mujer.

Para empezar, ¿cuál es el primer viaje fuera de fronteras que atesora su memoria?

Fue a mis 15 años. Jugaba al fútbol e integraba la selección juvenil uruguaya Sub16. El campeonato sudamericano que clasificaba para el mundial de Canadá se jugaba en Perú. Pero cuando jugás al fútbol no tenés tiempo de visitar nada: vivís entrenando y concentrado, así que lo que conocí de Lima fue el Estadio Nacional y poco más. Igual fue una increíble experiencia.

¿A qué lugar del mundo quisiera volver una y otra vez?

A Nueva York.

¿Cuál es el mejor hotel en el que se haya alojado?

No soy muy de los hoteles, prefiero reservar apartamentos. Pero si tengo que mencionar uno, cuyo nombre no recuerdo, es un hotel de Tikehau, en la Polinesia Francesa. Eran unos bungalows divinos en medio del océano. Parte del piso de la habitación era de vidrio y se veía el agua debajo. Podías abrir el ventanal y zambullirte a cualquier hora del día. Fui a trabajar enviado por Revista Galería y recorrí Bora Bora, Raiatea y otras islas.

¿Y el mejor restaurante en el que se haya sentado a comer?

Más que la comida en sí, lo que más me atrae a mí es el lugar donde están los restaurantes. Recomendaría tomar un café una tarde de sol en algún restaurante sobre el río Hudson, en Nueva York; una copa de vino al atardecer en El Tajo de Ronda, en España; o disfrutar de la comida casera de un buen paladar en La Habana.

Describa el almuerzo o la cena más memorable de su último viaje.

Fui con mi esposa y mis tres hijos a Buenos Aires. Entramos a visitar La Bombonera (soy muy fanático de Boca desde niño) y después almorzamos en uno de esos bolichitos típicos del barrio, repleto de fotos históricas de Boca, banderas y reproducciones de las copas ganadas. Trato de transmitirle a mis hijos el amor por Boca. Además, comimos muy rico.

Evoque un museo, un cuadro o cualquier otro encuentro con el arte que lo haya conmovido especialmente andando por el mundo.

Son dos, y ambos en París: La Fundación Henri Cartier-Bresson y la Galería Agatha Gaillard. Sentí una gran emoción por visitar esos míticos lugares relacionados con la historia de la fotografía. 

Mencione un libro, una película y/o un disco que lo hayan inspirado a viajar a algún lugar.

El libro Images à la Sauvette, de Cartier-Bresson; y Rayuela, de Cortázar, me llevaron a querer fotografiar París. Y el disco New York, de Lou Reed, me impulsó a conocer esa otra ciudad.

¿Qué destino lo desilusionó por completo o no estuvo a la altura de sus expectativas? ¿Por qué?

No sé si es desilusión, pero nunca enganché con San Pablo. Fui dos veces, por varios días, y no terminé de sentirme a gusto. Sé que es una ciudad increíble… pero tuvimos cero química.

¿Qué es lo que no puede faltar en su valija cuando sale de viaje?

No podría disfrutar del todo un viaje sin mi cámara. También llevo siempre una foto en la que estamos abrazados con mi padre: la tengo en el living de mi casa y cuando viajo la meto dentro de algún libro para que me acompañe. Cuando llego a destino la coloco en algún lugar visible del lugar donde me esté quedando.

Mencione uno, dos o tres souvenirs de viajes que ocupen un lugar importante en su casa y en su corazón.

Un libro-objeto muy pequeño, de diez centímetros por diez centímetros, con un papel rugoso y pocas páginas. En su interior hay retratos de Cartier-Bresson fotografiado por su mujer, Martine Franck. Lo tengo como decoración arriba de un aparador. También otro objeto pequeño, un flipbook, de imagen en movimiento, que muestra con una sucesión de fotos el "gol del siglo" que le hizo Diego Maradona a los ingleses en el mundial de México 1986.

El viaje perfecto es: ¿solo, en pareja, en familia, con amigos o en grupo?

En familia.

¿Cuál es, para usted, la calle más linda del mundo?

Voy a hablar de sentimientos: las calles de La Boca cercanas a La Bombonera, en Buenos Aires. Me resulta difícil describir lo que siento cuando me voy acercando a ese mítico e histórico templo del fútbol.

Un rincón del planeta especialmente recomendable para deslumbrar la vista

En París, la vista que hay desde el Pont des Arts hacia la Île de la Cité; y a la inversa también, desde la isla hacia el puente. Si se espera el momento justo, hay fotos increíbles.

¿El olfato?

Una esquina de la rue Monge, en el Barrio Latino, donde vivimos un par de meses. Hay una típica boulangerie francesa, con los panes más variados y exquisitos. A primera hora de la mañana, y por la tarde, los parisinos hacen fila para llevarse el pan recién salido del horno. El aroma te obliga a entrar y salir con una baguette.

¿El oído?

El silencio, mientras caminás por los glaciares de Ushuaia. Sólo se escuchan tus pasos y el chasquido de la cámara cuando disparás.

¿El gusto?

Tomarse un ristretto en Italia. En mi caso fue en Génova, durante una corta estadía por trabajo.

¿Y el tacto?

Tocar las paredes del CBGB, el mítico club under del punk en Nueva York, donde Ramones, Patty Smith, Sex Pistols, Talking Heads, The Police y Blondie hicieron sus primeras presentaciones. Hoy es una exclusiva tienda de ropa del diseñador John Varvatos pero mantiene las paredes graffiteadas originales.

Si pudiera convencer a una celebridad internacional, de cualquier tipo, para que lo guiara por el lugar donde vive, ¿a quién elegiría y qué le pediría que le mostrara?

A Johnny Ramone, ideólogo y líder de los Ramones, de su música y de su estética. Lo resucitaría y le pediría que me mostrara los lugares donde ensayaban y me paseara por los lugares por donde se movían en Queens, de donde salieron.

¿Cuál es el destino pendiente que ahora mismo lo obsesiona?

Londres, por su espíritu rockero; y Nápoles, para tratar de fotografiar lo que aún queda del paso de Maradona por esa ciudad y por ese club.

Cuando vuelve de viaje Montevideo le parece…

Un pueblo muy chico, pero es mi casa. Es donde nací, donde está mi familia, mi trabajo y mis amigos. Es mi tierra.