MÉXICO LATE EN ROMA
Mientras Venecia consagra la película de Alfonso Cuarón ambientada en Roma, el barrio de la capital mexicana donde pasó su infancia, abrimos las puertas de Ignacia, una atractiva guest house que recibe huéspedes en esas mismas calles del D.F. hoy pobladas de galerías de arte, librerías, restaurantes y tiendas de diseño.
Ignacia parece algo así como una cruza de hotel boutique y bed & breakfast. La casa, que data de 1913, fue reciclada para que las tradiciones locales se amigaran con el diseño de vanguardia. En torno al jardín se llevó a cabo una ampliación que sumó metros cuadrados a la edificación original, terrazas privadas, un bar y un patio con un espejo de agua. Ese pequeño oasis natural en medio de la ciudad funciona como el alma del lugar y como espacio de transición entre la casa original y el bloque contemporáneo, un volumen geométrico claramente delimitado por el vidrio y el metal.
Allí hay cinco suites virtualmente monocromáticas, bautizadas en honor al color que las baña: Negra, Rosa, Azul, Amarilla y Verde. Todas cuentan con cafeteras Nespresso y sonido Bose, por mencionar solo dos de las varias amenidades disponibles. En el jardín, donde se sirve el desayuno de acento mexicano (varias preparaciones con huevos, tamales, chilaquiles, panes artesanales) naranjos y cactus ponen el toque natural. Las instalaciones se completan con una sala de estar, una biblioteca y un comedor para diez personas, ambientes donde el mobiliario del siglo XX convive con piezas de artesanía mexicana.
Y así como la película de Cuarón que acaba de ganar el León de Oro en Venecia le rinde tributo a su infancia en esta colonia del D.F., Ignacia homenajea con su nombre al ama de llaves que vivió allí mucho tiempo: desde 1929 hasta el 2000. También a Roma, ese barrio mexicano de rico pasado y arquitectura ecléctica donde los hipsters de hoy se tutean con los veteranos de la ciudad de ayer.
